Técnica, herencia ancestral, larga experiencia de caminos en el ancho mundo, flamenco cuando se despierta y cuando está dormido, guitarrista de alto vuelo, sabedor del mundo y de los misterios del mundo. Víctor Monge, "Serranito".
Serranito le peina las canas al tiempo.
Su rostro habla de la tierra y del fuego y del aire y del cuarto elemento, el agua. Su música es e misterio en el que fondo y forma son el mismo rostro de diosa. Sí, Andalucía, la tierra que es su tierra, de abuelos moros y romanos y cartagineses, sí fuentes del islam que se transformaron en música cuando llamado por Abderramán el Califa llegó Zyryab, el Pájaro Negro y dejó sembrados misterios de música que los grandes como Paco de Lucía, como Manolo Sanlúcar y como Víctor Monge, "Serranito" encuentran para hacerlos florecer en sus guitarras.
Compositor, Serranito dota a la guitarra de esplendores y recoge los mensajes de todos los vientos para hacer del flamenco acontecimiento sinfónico. En 1982 estrenó su concierto "Andaluz Sinfónico" en el Teatro Real de Madrid. La música surgida de la sencillez, de la boz de un alma hecha una con su instrumento, voz dolorida que también celebra la vida, se multiplica e inunda el espacio con las posibilidades que una orquesta sinfónica brinda. La India, Turquía, Rusía han sido países a los que Serranito ha llevado su flamenco rostr del tiempo para reencontrarlo con quizá misteriosos orígenes.
Porque el flamenco es de la tierra, es del aire y del viaje y creadores como Víctor Monge logran que lo que ha sido separado se vuelva a unir y que la serie de realidades sucesivas y la nostalgia por el mar y por a divinidad se hagan una sola experiencia simultánea.
Es la música camino de conocimiento. Víctor Monge es experiencia y es tiempo. Sabe colocarse solo en el ruedo de luz del escenario -espacio arquetípico si los hay- para atraer como un profeta rayos de luz sobre su cabeza y verdades fundamentales que solamente una guitarra flamenca como la suya puede decir. Ha sido ovacionado en sus viajes por el mundo por hombres y mujeres de idioma diferente y de diferente piel. También su tierra lo ha reconocido: en 1977, el Ayuntamiento de Madrid le otorgó la Medalla de oro al Mérito Artístico, reconociendo la valía del artista nacido en la ciudad del Manzanares.
Fiel al tronco misterioso del flamenco, al sagrado compás, Serranito es libre para más allá de arpegios, trémulos y punteados y a través de ellos, fundirse con la materia del tiempo y ahcer que el espectador navegue en la luminosa barca malherida de las soleares. Y llegas a la pena con Serranito y llegas a la Muerte y al Mar que es la Música y finalmente al Tiempo, esa realidad que como a San Agustín de Hipona lacera al guitarrista y lo inunda de claridades y de amargura y de amor.
Cuerpo nocturno y cimbrado de mitologías y dolores el de su taranta. Siguiriya de Serranito, blanco sudario lleno de rostros y de voces y de alfabetos que componen una sola palabra, que quizá sea el Dolor o la Muerte o la quemante posibilidad de la revelación de lo que hay del otro lado de nuestros sueños. Bulería que se rompe, que arroja el cuerpo al suelo. Y sortilegio enloquecido el de su fantasía flamenca "Agua. Fuego. Tierra. Aire" que pone los nervios de pie.
Y ¿qué verdades enuncia la su guitarra? Que hay un orden superior al orden, un sentido aherrojado y libre en el compás de esa soleá, de esa bulería, un laberinto de sentidos que custodian al toro celeste del flamenco y un hacedor de sonidos del tiempo que se llama Víctor Monge y al que le dicen Serranito.