Con palabras, Homero hizo a Hefesto forjar el escudo para atender la súplica de una diosa..
Muchos escoliastas consideraron el pasaje (Iliada, XVIII , 478-608) como una interpolación. Al recurso se le llama ékphrasis y consiste en describir poéticamente una obra de arte plástica. En la biblioteca de Pérgamo, Crates de Malos propuso que las diez partes en que podía dividirse el escudo eran los diez círculos celestiales. Se ha dicho que es una alegoría de la creación del Universo por ¿quién? y un punto de respiro en la tensa cólera que invade al héroe.
En el escudo están el mar y el cielo, los astros, ciudades de hombres dotados de palabra, se celebra una boda y se lleva a juicio un delito de sangre, hablan los varones en la Asamblea pasándose el cetro de mano en mano, un ejército sitia a una ciudad defendida en la muralla por ancianos, mujeres y niños; Palas y Ares guían el espíritu de la guerra armados, bellos y grandes como sólo los dioses pueden serlo, hay emboscadas y guerreros arrastrados y en el escudo se mueven las figuras como hombres vivos. Y en el escudo se ara el campo de labor y los labriegos beben copas de dulce vino y en el escudo la tierra, a pesar de ser toda de oro, se ennegrece como tierra de labranza. Y mieses, y un rey con su cetro y un viñedo cargado de uvas y un niño canta y cuatro pastores de oro conducen vacas de cuernos erguidos y también el Ilustre Cojo labró en el escudo un piso con el dibujo de un laberinto que es una danza parecido al que Dédalo hizo para Ariadna de bellos rizos y ahí, en el centro de los centros, canta el aedo divino acompañándose con la lira todo lo que ha sido, todo lo que es, todo lo que será...
Se han hecho intentos de forjar escudos parecidos y aunque en tiempos micénicos la mayoría de los aspis tenían la forma de un ocho, el de Aquiles se visualiza circular, ceñido por Okéanos. Y más de un arqueólogo ha tenido la esperanza de encontrar el escudo en algún enterramiento de guerrero de la Edad del bronce *.
Intentar traducir en materia esa ékphrasis homérica es empresa imposible, como si se intentara representar en el plano o en el volumen el Aleph de Borges, al que tal vez remotos y futuros escoliastas consideren la descripción poética de una obra plástica y futuros y remotos arqueólogos se empeñen en encontrar el Aleph en lo íntimo de una piedra** esparcida como los metatarsos de Dios en un cerco de ruinas.
*En lo personal me inclino a identificar el hallazgo del Disco de Nebra con la parte central de un escudo de la Edad de Bronce europea forjado al modo del aspis de Aquiles
** Borges. El Aleph: "¿Existe ese Aleph en lo íntimo de una piedra? ¿Lo he visto cuando vi todas las cosas y lo he olvidado? "