Es un insaciable, como su castigo.
Afortunadamente puede contar con la providencia de Zeus, que dota a sus entrañas de la capacidad de regenerarse para el dolor.
Encadenado al Cáucaso y sangrante aguarda la llegada del ave.
El fuego,
allá abajo,
arde
insaciable.
No soporta un segundo sin su dolor.