Papiro de Artemidoro. Foto: La Grecia Clásica y su legado
Para Marcelo Suárez De Luna,
que me recomendó El Escarabajo
Le ocurre lo que al manuscrito Voynich. Está tan bien hecho que merece ser verdadero.
Sobre ambos pesa la sospecha de inautenticidad y la que se esgrime para el Papiro de Artemidoro proviene de Luciano Canfora, director de Quaderni di Storia, profesor de Filología Griega y Latina en la Universidad de Bari: en ese manuscrito atribuido al cartógrafo y geógrafo griego Artemidoro en el siglo I hay errores de léxico que Artemidoro no hubiera cometido, aparecen palabras del siglo VI y se parece mucho a un mapa de unas hojas robadas en el siglo XIX de un monasterio del monte Athos por un personaje que parece salido de la pluma de Dumas: teólogo, pintor, aventurero, falsificador y griego, llamado Constantino Simonidis.
La historia rocambolesca del Papiro comienza en algún taller de Alejandría con un error de un dibujante, que en un papiro donde se ha copiado un texto del prestigiado geógrafo Artemidoro de Éfeso traza el perfil de la Bética y lo identifica con el de toda la península ibérica. En el texto dice el efesio que la Geografía tiene tanta alcurnia como la Filosofía, aunque es ciencia silenciosa y habla con sus propios teoremas. Por el error del dibujante el papiro es desechado y sus espacios en blanco sirven para que artistas dibujen bocetos. Le pasa el tiempo por encima y comprimido es alojado en la máscara mortuoria de una momia y confinado a una eternidad de 20 siglos en una tumba.
Rescatar trozos de papiro es una actividad de alta cultura acometida por coleccionistas y académicos por igual en el siglo XX. Un apasionado alemán de antigüedades compra la máscara y naturalmente la destruye para leerle la mente en su relleno de papiro. Aparece la tira casi íntegra, con sus 240 cm de largo por 31 de ancho, corroída y deshilachada, pero con su error y sus dibujos, su texto, sus rostros humanos y sus animales. Una especialista alemana y un papirólogo italiano confirman su autenticidad en 1999. Y le viene la consagración en forma de casi 3 millones de euros, que es lo que paga la Fundación San Paolo, tutora del Museo Egiptológico de Turín, al que pertenece y el que exhibe la pieza.
Si, como concluye Canfora el papiro es una falsificación del aventurero griego, un filólogo de la Universidad de Pisa, Salvatore Settis, se hace varias preguntas: ¿Cómo pudo Simonidis conseguir un papiro en blanco viejo de veinte siglos? ¿Y la tinta vegetal, egipcia por los cuatro químicamente probados costados? ¿Y las fuentes documentales a las que remite el texto del papiro, no conocidas sino hasta bien entrado el siglo XX?
En su novela El Escarabajo, Manuel Mujica Laínez cuenta la milenaria historia de un escarabajo de lapislázuli... en primera persona, pues es el propio escarabajo el que narra su larga aventura a una estatua de Poseidón, sumergida como él en el mar Egeo.
Como el Papiro de Artemidoro, el escarabajo pasó varios siglos en una tumba, escuchó muchas voces y percibió una increíble variedad numinosa.
Como El Escarabajo de Mujica Laínez, muchas historias podría narrar el deshilachado papiro.
Habría que preguntarle.
(Aunque sea silenciosa, la Geografía.)